Qué me vais a contar a mí
si perdí la cabeza por el mismo
que perdí las bragas,
que bailé al compás que
llevaban sus llaves en el bolsillo
cada noche,
que bebí,
como llegada del desierto,
la cicuta que me daba la vida.
Qué me vais a contar a mí
si juntos fuimos la incongruencia
de la incongruencia,
la exaltación de lo que
estaba aún por forjar.
A mí,
que hago acrobacias al borde
del precipicio de unos ojos marrones.
Qué me vais a contar a mí
si fui detrás de lo que me daba
-lo que sigo buscando-
porque nada era suficiente
pero todo era demasiado.
Y aún así
fuimos como dos locos
que pierden autobuses
y viven sin saber si volverán.
Qué me vais a contar a mí
si en cada uno de los lunares de mi espalda
puso una base militar
y declaraba la guerra
cada vez que me acariciaba.
Si era el capitán
que atracó en mis caderas
y machacó la maquinaria del navío.
Para quedarse varado
cuando bajase la marea
y decirme que le besara
mar a dentro,
donde le bastaba
si yo existía.
Qué me vais a contar a mí
si cada vez que respiraba
me ahogaba en su fondo,
estación tras estación.
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