Deseaba
que se perdiera
y que
volviera a llamarme.
Que me
matara
y volver
a buscarle,
o
matarme yo
si no le
encontraba.
Pero
siempre volvía con el invierno,
o en
abril.
Aún no
me he quitado del cuerpo
el olor
que me quitaba el sueño cada noche,
Aún mis
oídos no quieren dejar pasar
el
sonido de las llaves cuando cruzabas la calle.
Aún mi
boca mataría por volver a perderme,
a
tirarme de cabeza,
en esos
labios por los que me hacia el harakiri.
Y para
olvidar, me hice de hielo
buscándole
en otros cuerpos, en otras bocas,
en otras
llaves e incluso
en otros
olores.
Pero fue
la arena de mi playa,
el
marrón de mis ojos en los suyos.
Era la
sexta vida de este gato
al que
han matado las ruinas
del que
fue nuestro palacio.
Y las
canciones que han quedado
son las
de este concierto
en el
que hacíamos el amor como dos músicos
que se
juntan para tocar sonatas.
Todavía
deseo que te pierdas
o que
vuelvas a llamarme.
Si ya me
has matado,
que me
busques
o
buscarte yo.
Pero si
no te encuentro
vuelve
como antes,
con el
invierno, o en abril,
o cuando
quieras.
Todas
mis estaciones son tuyas.
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