jueves, 6 de noviembre de 2014

Tengo mojada hasta el alma.

Qué sabrán las religiones
de dioses, si no han tenido
sexo contigo;
si no han roto las puertas
del alma a embestidas;
si no han besado
esa piel salada que escuece
en todas las heridas.

Qué sabrá Madrid
de lugares perdidos
si no ha mordido
cada rincón de tu geografía.
Qué sabrán los astrónomos
de planetas, si no me han visto
unir el sendero de tus lunares
con la lengua, creando la mejor
de las constelaciones.


Qué sabrán los payasos
de alegría si lo único
que me hacía reír
era tu risa en mis caderas
antes de la carcajada
entre mis piernas,
esa misma que me hacía temblar.

Qué sabrán Adán y Eva
de fruta prohibida
si se me secaba la boca
con mirarte, si besé
la serpiente que vive
en ti y nada me ha sabido
mejor hasta ahora.
Qué sabrán los tímidos
de susurros, si no te han visto
hablarme al oído y hacer
de mi piel el alfabeto
en braille.

Qué  sabrán las estrellas
de supernovas, si sólo
nos hacía falta un poco
de calor para explotar.
Qué sabrán los arqueros
de curvas, si volvías mi
espalda una espiral
con el tiro al blanco
de una sola flecha.

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