'Luces
como lenguas hendidas
penetrando
en los huesos hasta hallar la carne,
sin
saber que en el fondo no hay fondo,
no
hay nada, sino un grito,
un
grito, otro deseo
sobre
una trampa de adormideras crueles.'
Luis
Cernuda
Peor
que el olvido ha sido volverte a ver.
No
sé si fue un error volverte a ver entre el bullicio, la gente, el alcohol...
Mas es tu boca la que me embriaga, no he sabido vivir sino en tu carne y
suspiros.
Dicen
que no hay más ciego que el que no quiere ver, pero yo quise verte y ahora no
sé si es esta ceguera la que me esta llevando contra el muro con que me
estrello cada vez que apareces o eres sólo tú. En el fondo estoy harta de
escribir por ti, de ti y sobre ti.
Ambos
estamos metidos en un círculo del que queremos salir, pero a la vez nos negamos
tercamente, un ni contigo ni sin ti constante que me está matando porque no
hago más que pronunciarte cada instante de mi vida, y me la estás arrebatando
porque vivo en ti. Eres mi patrón, busco en todos lo que tienes tú -la
embriaguez, un compás al que bailar, unos ojos en los que perderme- y no soy
capaz de encontrar un molde nuevo, me cierras en ti, me cierro en ti; la
libertad es un estado mental y yo contigo estoy presa por voluntad y vicio
propios. Hasta mis años viven en ti, toda mi adolescencia girando alrededor de
unos ojos marrones y es que no quiero más compás de llaves, no quiero que me
desnudes con la mirada ni que acaricies cada parte de mí, aunque aquí vivas.
Por
definición, olvidar es dejar de tener en la memoria lo que se tenía o lo que se
debía tener; jamás tuve que tenerte y te tuve, quise quererte y lo hago, quise
querernos y aquí estoy, escribiendo una tarde más porque no es algo que me
llene, pero si no escribo es mucho peor. Nos quiero como al sol de enero, como
se quieren los amantes que viven en la piel del otro, como la trucha al trucho,
como el mar las rocas, como el suicida al puente. Quiero dejar de tenerte en
cada verso, cada coma, cada frase, dejar de sentir tus manos desabrocharme los
botones de cada camisa, cada broche del sujetador. No quiero perder buses por
tus besos, ni saciar mi sed con tus abrazos ni un día más.
En
realidad, siempre he sido la mayor cobarde sobre la faz de la tierra, aunque me
conozcan por echarle ganas a acciones banales, simples, intrascendentes. He
sido cobarde por quererte sin saber hacerlo, porque el corazón se me sale del
pecho cada vez que te veo aparecer, el cuerpo me tiembla y se me seca la boca
como buscando la tuya. Fui una cobarde porque no concibo estar sin ti pero
tampoco contigo, porque me bajaste la luna y quise subir yo a por ella, porque
encima de tu piel siempre estaba la mía -aunque te perteneciese, te
pertenezca-, porque siempre me ha aterrado ese ruido tan triste que hacen dos
cuerpos cuando se aman.
Eres
todo eso que cuando se acerca, me roza, me besa y me hiere, sobre todo me
hiere. He mirado al horizonte y no he visto más que unos ojos frente a frente y
sólo puedo decirte que probablemente me haya enamorado de ti, que te he querido
como a mi vida -desde las palabras de una suicida- pero la angustia se ha
abierto paso entre mis huesos, remontado por mis venas, hasta abrirse en mi
piel;
esta piel que es tuya pues te
llevo dentro, dime cual es la vena y la corto.
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