lunes, 4 de agosto de 2014

Qué ruido tan triste.


'Luces como lenguas hendidas
penetrando en los huesos hasta hallar la carne,
sin saber que en el fondo no hay fondo,
no hay nada, sino un grito,
un grito, otro deseo
sobre una trampa de adormideras crueles.'
Luis Cernuda

Peor que el olvido ha sido volverte a ver.

No sé si fue un error volverte a ver entre el bullicio, la gente, el alcohol... Mas es tu boca la que me embriaga, no he sabido vivir sino en tu carne y suspiros.

Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver, pero yo quise verte y ahora no sé si es esta ceguera la que me esta llevando contra el muro con que me estrello cada vez que apareces o eres sólo tú. En el fondo estoy harta de escribir por ti, de ti y sobre ti.

Ambos estamos metidos en un círculo del que queremos salir, pero a la vez nos negamos tercamente, un ni contigo ni sin ti constante que me está matando porque no hago más que pronunciarte cada instante de mi vida, y me la estás arrebatando porque vivo en ti. Eres mi patrón, busco en todos lo que tienes tú -la embriaguez, un compás al que bailar, unos ojos en los que perderme- y no soy capaz de encontrar un molde nuevo, me cierras en ti, me cierro en ti; la libertad es un estado mental y yo contigo estoy presa por voluntad y vicio propios. Hasta mis años viven en ti, toda mi adolescencia girando alrededor de unos ojos marrones y es que no quiero más compás de llaves, no quiero que me desnudes con la mirada ni que acaricies cada parte de mí, aunque aquí vivas.

Por definición, olvidar es dejar de tener en la memoria lo que se tenía o lo que se debía tener; jamás tuve que tenerte y te tuve, quise quererte y lo hago, quise querernos y aquí estoy, escribiendo una tarde más porque no es algo que me llene, pero si no escribo es mucho peor. Nos quiero como al sol de enero, como se quieren los amantes que viven en la piel del otro, como la trucha al trucho, como el mar las rocas, como el suicida al puente. Quiero dejar de tenerte en cada verso, cada coma, cada frase, dejar de sentir tus manos desabrocharme los botones de cada camisa, cada broche del sujetador. No quiero perder buses por tus besos, ni saciar mi sed con tus abrazos ni un día más.

En realidad, siempre he sido la mayor cobarde sobre la faz de la tierra, aunque me conozcan por echarle ganas a acciones banales, simples, intrascendentes. He sido cobarde por quererte sin saber hacerlo, porque el corazón se me sale del pecho cada vez que te veo aparecer, el cuerpo me tiembla y se me seca la boca como buscando la tuya. Fui una cobarde porque no concibo estar sin ti pero tampoco contigo, porque me bajaste la luna y quise subir yo a por ella, porque encima de tu piel siempre estaba la mía -aunque te perteneciese, te pertenezca-, porque siempre me ha aterrado ese ruido tan triste que hacen dos cuerpos cuando se aman.

Eres todo eso que cuando se acerca, me roza, me besa y me hiere, sobre todo me hiere. He mirado al horizonte y no he visto más que unos ojos frente a frente y sólo puedo decirte que probablemente me haya enamorado de ti, que te he querido como a mi vida -desde las palabras de una suicida- pero la angustia se ha abierto paso entre mis huesos, remontado por mis venas, hasta abrirse en mi piel;
esta piel que es tuya pues te llevo dentro, dime cual es la vena y la corto.

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