jueves, 14 de agosto de 2014

Cuando te acuerdes de mí.

Morador de entresueños,
por esas galerías
donde la luz más bella hace la sombra
y donde a la memoria más pura hace el olvido.
Luis Cernuda

No soy yo, eres tú el que tiene que invertir su tiempo y ganas en la difícil tarea de olvidar hasta mi olor por las mañanas.
                Cuando te acuerdes de mí, no me escribas, no me llames borracho como siempre diciéndome, sincero, la verdad de lo que fuimos e intercalando letras que no cuadran, como no cuadramos nosotros dos. Porque quizá ese fue el error, intentar juntar las dos piezas del puzzle que no encajan, pero nadie nos corrigió, nos dejaron seguir nuestro curso como un río desbocado, como las olas de un mar embravecido.
                Cuando te acuerdes de mí, no vuelvas a nuestras fotos porque el recuerdo quema aunque te confiaras diciéndome que era de hielo. Tampoco recuerdes los besos que no nos dimos y que tan mal me saben, sólo te permito que mires con aprecio esos que tan bien supieron y que dejes volar las mariposas de mi estómago, mas no las encierres porque te van a atormentar como lo hicieron conmigo. Te prometo no besar a nadie de la misma manera que lo hice contigo porque, igual que el reino del poeta, nuestros besos no fueron de este mundo ni mirar a nadie como te he mirado a ti hasta perderme.
                Cuando te acuerdes de mí, no me busques pues sigo perdida buscando unos ojos en los que encontrarme de nuevo sin verte a ti. Tendrá trabajo pero lo conseguiré como conseguí enamorarme de comiéndote y bebiéndote. No intentes refugiarte rápido en otras manos como he intentado yo miles de veces, porque no se puede, sólo se puede en ti y en mí; las vas a poner mi cara y los dos lo sabemos. Yo pondré todo de mi parte para no encontrar una farmacia de guardia que me dé todo lo que tú me dabas, pues de madrugada siempre te susurraba a ti y nunca había cristal de por medio.
                Cuando te acuerdes de mí, no se te ocurra huir lejos pues me encontrarás buscando a otro que me dé lo que tú no eras capaz y ninguno vamos a poder soportarlo, por eso, quédate quieto como esperando al autobús que te lleve de vuelta a donde tienes que ir sin mí, no conmigo. No te preocupes por mí, ya me conoces y me habré montado en la línea contraria, como siempre, porque no estábamos de acuerdo ni cuando nos desvestíamos.
                Por mí no te preocupes, si yo me acuerdo de ti, tiraré las llaves al río desbocado más cercano o a un mar embravecido que las aleje de mi mano como tienes que hacerlo tú. Cogeré autobuses, trenes y aviones para no poder mirarte a los ojos y encontrarme en otros por muy lejos que se encuentren. Tiraré todas las fotos y encontraré el camino que me lleve a Roma con otro aroma que seguir por las calles, me pondré un bypass por si el corazón me da vuelcos de más y me mantendré caliente para que la sangre no se me hiele. Por las mariposas no sufras, ya me han dado los puntos en el estómago y se irán con el viento, con las hojas de los árboles que nos vieron suspirar. Me quedaré con ganas de verte cuando anochezca pero no necesitaré ninguna farmacia de guardia porque ya habrá alguien para cerrarme las heridas, el mismo que me refugie de todo lo externo y me deje perderme mientras le miro, alguien con quien estar de acuerdo al desvestirnos y que provoque en mí síntomas distintos a los que me provocaste tú durante tanto tiempo.
                Será difícil, no lo dudes, pero el tiempo, todo locura.

Sé humilde y piérdete en mi olvido que de curar se encargarán los besos. 

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