A Andrea Montero, por ser incondicional
hasta cuando las condiciones no fueron favorables.
Estamos curtidas
en el arte de la guerra,
viviendo en un drama
como si siempre fuese primavera,
sabiendo que ni Aquiles
entendería nuestra pelea.
Lo nuestro va de soldados
y ejércitos, me voy
a quitar de los fármacos
en esta noche de lunes;
vives harta de la filología,
de poner constantemente acentos
en la vida, vale ya,
que el truco está
en poner con rabia cada tilde,
y qué te voy a contar
que tú ya no sepas
si nos ponemos con rabia
hasta las copas,
si nuestro sol siempre sale
por Antequera.
Podría haber salido
por la otra punta del mundo
pero, pongámonos exquisitas,
todos los días sale antes
a kilómetros de aquí,
a seis horas de diferencia;
ni Greenwich nos es fiel
a estas alturas.
Pero los nuestros siempre serán
azules; el sol, más que
de la infancia, adolescente;
y estos versos, complementantes siempre,
que perdí hace mucho
la cuenta de todo lo que
te dedico: más que suyas
las estaciones, son tuyas
las conjeturas.
Mañana es martes y
nos hemos tirado el café
en la camisa porque
tirar la casa
por la ventana es
peccata minuta
para quien todas las mañanas
da las gracias
por que me entiendas
como ninguna.
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