Beber para olvidar, si cabe, menos.
Cuando tu cordura reside
en la ebriedad,
por beber a morro
del ron añejo que azucaraba
unos ojos marrones,
beber para olvidar no sirve.
Cuando respiras el aire
de sus pulmones,
aunque sabes que ese respirar ahoga,
para matar la dependencia
y hundir el olvido
en una caja de roble,
fumar no sirve.
Al menos para olvidar.
Ni beber ni fumar sirven
si has varado en la orilla
de unas manos,
hecho poesía
de unos ojos marrones
e hinchado tus pulmones
en armonía con otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario