domingo, 16 de abril de 2017

La primavera está muy prestigiada.

Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.
Ángel González

    La primavera, por fin. La gente está ahí fuera, bañándose en el sol como si no fuese a acabarse nunca el agua que les roza, aprovechando cada minuto antes de que caiga la tarde y todo vuelva a ser oscuro, hasta mañana. La gente está enamorándose ahí fuera de chicas bonitas, de la carcajada inesperada, del cruce y la consecuente puñalada de miradas; un cuchillo por la espalda o una daga en medio del pecho. 
    Otros estamos dentro, con nosotros mismos, sin pensar en que también podemos bañarnos, en que el sol también puede calarnos, que la vida es bonita y a la primavera le canta hasta el que está mudo. Y dentro de esa primera persona del plural también estoy yo, que también quiero que me cale, que me apuñale una mirada y que una boca me abra la herida del pecho. Entre cuatro paredes pensando que lo sensorial, lo íntimo, es invisible a los ojos y a los oídos del resto, que ojalá sean los tuyos -tus ojos- los que me den la primavera, la luz, por muy oscuros que sean. 
    A veces -ya son las menos- pienso en la ironía de ir siempre de negro, que toda la luz absorbe, y que dentro de mí no haya más que agujeros por los que se cuela el sol de vez en cuando, si el ángulo y la hora del día son los correctos, grietas por las que entra el agua con el objetivo de ofrecerme los medios necesarios si lo que quiero es hundirme. Y aun teniéndolos, estando con el agua al cuello, se me va la vida rompiendo los muros para que, al menos, el agua baje hasta la cintura. Y poder seguir. Y dejar que entre el calor, la luz, empaparme de vida.
    Cuando noto que todo me falta, apareces con un par de birras, haciendo que acerque la silla, que no te conozco, que somos distintas. Y qué. Si la vida es fluir, si los sentimientos son evolución. Que no quiero perder la razón, pero tampoco me niego al amor, si lo que quiero es vivirte despacio y sin prisa. Quiero que te vengas lejos conmigo, sin salir del domingo, que me hables de ti, decirte que el amor es un timo, que nunca me he enamorado, pero que quiero intentar lo que sea contigo.

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