viernes, 19 de diciembre de 2014

Los versos, el vino y la piel.

 Un amor que fuera, de un lado, sentimiento,
poesía, gesto y, del otro, erección y orgasmo.
Mario Vargas Llosa, La orgía perpetua.

Si yo te contara
que los domingos 
a las diez los muros
se abalanzan 
sobre mí, tu cuello
se vuelve mi frontera, 
me robas el aire, 
disparas cual fusil,
tus ojos, la barrera;
te vuelves, de mi piel, 
el alguacil.
Me enciendo en el eco
de un portazo, me susurras
que estamos solos, 
que no haga caso; 
las mariposas se fueron
con el ocaso, las echaste
de mi estómago 
a embestidas, 
pero aún algo titila
en mis pupilas.

Encuentro en tus manos
la destreza, 
en tu lengua, los desmayos
y pronuncio un 
"Hasta el fondo"
con torpeza.

Llega el frío de diciembre
a hacer cosquillas y sigue
tu perfume fiel
en mis costillas;
me erizas la piel
con un suspiro, una ola
de calor hasta el ombligo.

Sabes más que diez 
Hipócrates, lo irónico
es que yo he nacido
un año antes, y me haces
lo que no me han hecho
ni cien amantes.

Dices que soy la exuberancia
hecha mujer, arte, el placer
en cada parte.
Y lo que no sabes es que, 
cuando llegue la sequía
no habrá tregua, voy
a -con besos- 
empaparte.

Si tú supieras
y yo te contara;
si tú quisieras
y yo me dejara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario