lunes, 8 de septiembre de 2014

Petición de tregua.

'"¿Ya pasó todo?", pregunté. "Sí, pasó todo." 
Era mentira, pero ambos compredimos que hacía bien en mentir.
La tregua, Mario Benedetti.

                Tengo un catálogo de carne sin tus huesos. Esos mismos por los que sigo colada, o calada. O dolida. O en ellos varada.
                Como te digo que me ahoga esta distancia que sin dudar me bebería, que me faltas por las mañanas y que el tiempo aun no ha curado ni una de las brechas que me hice rompiéndome la cabeza por ti.
                Te explicaría que hoy te he visto bajar y se me ha bajado el alma a los pies. Encontré la explicación a por qué no podía andar y es que me pesaba, me pesas y no consigo avanzar ni un mísero centímetro. Mientras lo que vive en mí vagaba de mis rodillas hasta mis dedos meñiques acoplándose como una losa de mármol frío, las embestidas que me daba el corazón me movían el resto del cuerpo como con espasmos. Si no me he caído ha sido por agarrarme a los puentes de madera que cuelgan de tus pestañas. Porque has abierto los ojos para mirar hacia arriba. Para mirarme y helarme la sangre de un soplo.
                Una mirada dice más que mil palabras. Una mirada desata más de mil batallas.

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