Así también, contigo,
cobran todas las cosas
un impreciso afán por empezar de nuevo,
por ser tu compañía
cuando el tiempo aparezca.
Luis García Montero.
Ahora
que el tiempo, nuestro tiempo, no es más que un enemigo común y afable que nos
invita a avanzar, a separarnos de lo propio, a sacar a este sujeto anclado a
unas aulas de ellas de tal manera que vuelva sólo si es preciso y nunca de
igual manera. Ahora que el recuerdo nos invade las entrañas, el corazón y una
cabeza que no hace más que pensar en un futuro próximo sin las mismas mañanas,
y en un pasado, aún latente, que se niega a detenerse. Ahora que las “nuevas
etapas” como dicen, no perdonan y, perseverantes, nos impulsan a seguir y
llegar a ellas. Ahora que empezamos de nuevo. Ahora que me separan de ti. Ahora,
que es un nunca acompañando a separarme de ti.
Nos quieren hacer ver que el
mañana llega, y me niego a imaginármelo si
me sueltas.
Ni toda una vida juntas, ni unos
pocos meses; el tiempo justo para darme cuenta de que no te aguanto pero, si
faltas un solo día, mis risas vagan por los pasillos echándote de menos. Esto no
es un agradecimiento, sino un reconocimiento por todo lo que me has tenido, y
tienes (y tendrás), que aguantar, por todo lo que me has levantado sin ser yo
consciente de que lo hacías porque, con esa facilidad que tú tienes, no has hecho
más que constituir el resumen de esto que, si no es amistad, yo ya no sé;
alegrarme la poca vida que hemos vivido la una con la otra. Por contradecirme
en la razón que no razona, en una amistad que no traiciona.
Sé que esto sólo se construye con
un “si yo, tú; si tú, yo”; que el tiempo pasa, los pasillos se pierden de la
misma manera que los libros; que el rosa y el rojo no combinan, se complementan; que yo no te aguanto siempre pero que también yo
soy difícil de tratar; que las desgracias nunca vienen solas y tus tremendas
exigencias han venido con un amor loco guardado en una carpeta; que a los
recitales nunca se acude sola y que, por mucha cerveza que haya, una amiga es una
amiga y yo tengo un tesoro. Y también sé que no todo se lo lleva el tiempo
porque hay enlaces fraguados lento con los que no puede ni el Katrina; que sólo
tú me has enseñado a ver que quien se arriesga a vivir un sueño ajeno, acaba
por ser víctima de sus propios fantasmas; que la poesía une pero la confianza
más; y que un piso, no será mi hogar si no hay una doble copia de las llaves.
Ya sabes, que las palabras no
alcanzan cuando lo que se quiere decir desborda el alma y en pocas palabras se
resumen casi todos los días, porque las fatigas, si son contigo, son menos
fatigas.