Qué ironía verme atada
por la vida hace unos meses,
qué ironía sentir ahora
que me sobra hasta la ropa
y que me aten si me la quito.
Qué bonito sentir la primavera
hasta en los poros,
que el sol se esconde si yo brillo,
que estoy orgullosa
hasta del último rincón
que hay en mi ombligo.
Qué fácil lo de saberme
más libre que nunca,
qué placentero el sexo
en un trío, qué bonito gritar
tras la puerta que puedo,
que sigo y que aquí nadie puede
conmigo.
Qué ironía saberte perdido,
notarme tu olvido hasta
en los versos que escribo,
quererte desde lejos, mirarme
a los ojos y saber que te has ido.
Qué bonito que me llamen
sinvergüenza, que me tiñan
de rojo hasta que
en mi pelo amanezca,
que me coman con ganas,
romper los vaqueros,
correrme y que sea sincero.
Me pongo colorada cuando me rimas,
cuando atardece y me miras
y dices que mi pelo arde
y todo eso que me harías,
que de mil formas tocarme podrías,
que en mi piel de gallina pasas
la tarde,
que me vale tenerte en cualquier parte
para comerte la vida.
Me vuelve cuerda tu arte,
me encanta de las casillas sacarte,
joderte de día y
de noche quererte,
que me desates los broches
que tengo en el alma,
llevarte en mi coche
de hielo a la luna,
agarrarte los sueños
y versarlos con pluma.
Decirte que salgo sin bragas,
que lo que quieras me hagas,
que quiero morderte
con sed y con ganas.
No sabéis qué bien combinan
los ojos negros y el culo rojo,
la vida en cueros y el tanga roto.
Lo políticamente correcto
me lo sigo pasando por el forro,
soy amante del vino, la cerveza
y los ojos bonitos, de Madrid,
de la noche y de salir sin destino,
de quererme hasta en chino,
de saber que sin risas la vida
no tendría sentido.
Me he follado al qué dirán
y lo hace de vicio,
al complejo, a la lucha y
al juicio, he vivido
con calma, me he quedado mil veces
en vilo, he bajado cremalleras,
bailado entre gritos, ahora no hay dramas
ni siquiera en domingo.

Chapeau.
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