lunes, 7 de julio de 2014

Eres el mejor estado mental.



‘Kibbutz; […] rincón elegido donde alzar la tienda final, donde salir al aire de la noche con la cara lavada por el tiempo.’

Rayuela, Julio Cortázar.

                Mi Kibbutz era besar cada rincón de ti sin que el tiempo apremiara ni nos amenazara batiendo récords de velocidad, porque más veloz era mirarte y perderme. Mi tiempo ha corrido mientras tú y yo nos corríamos a la par, en un compás infinito donde la obra siempre finalizaba con un sinfín, valga la redundancia, de aplausos estremecedores que nos sacaban de nuestras casillas. Y éramos nosotros esos que aplaudíamos sin cesar esperando a que esa misma tormenta amainara, la que nosotros estábamos potenciando. Parece complicado y lo es, lo fue. Lo será siempre.

                Navegaba a la deriva cuando me perdía en ti, cuando el ahora no era ahora y todo perdía su sentido para que nosotros le diésemos otro. Mi Kibbutz era la falta de respuestas, un “¿Por qué?” constante que iba de la mano de tardes de un invierno que yo vivía cálido con papel y lápiz. Escribiendo(te) siempre mientras llovía.

                Ahora, pasado el tiempo, por fin he entendido que se puede echar a alguien de menos sin querer que vuelva, porque el daño ya fue suficiente. Espero a quien me lea párrafos en las curvas de mi cuerpo cada noche, que viva viviendo en mí, alguien que me tenga muerta de hambre por sus huesos y que me dé versos de cenar. Unos ojos a los que mirar como miraba los tuyos y me perdía, unas manos que tiren la piedra de mi rayuela al cielo y me eleven con ella. Ser el Viernes de un Robinson que me haga creer que la acción puede colmar, o que la suma de las acciones puede realimente equivaler a una vida digna de este nombre, que fuerce a mi interior a renunciar a ti, porque vale más la renuncia, porque la renuncia a la acción es la protesta misma y no su máscara.

Hay cosas que por mucho que me leáis y conozcáis jamás entenderéis, porque lo que sale de dentro nunca se puede explicar, porque tender una cama no es siempre tender una cama, porque el universo eleva a los que piensan con amor y yo me quedo con los pies en la tierra, tirando la piedra de mi rayuela por si llega al cielo y entonces llevar esto a su máximo esplendor. A lo extraordinario que era seguir tus pasos por la calle y perderme en todas tus estaciones. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario