‘Las
circunstancias hacen a los hombres hábiles lo que ellos quieren ser, y pueden
con los hombres débiles.’- M.J. Larra
Desde luego este año no ha sido brillante ni
mucho menos, pero ha tenido sus más y sus menos, y por ello estoy aquí como
cada año, el día 30 de diciembre
haciendo un balance general del 2013, año en el que, según los mayas, el
mundo tendría que haber terminado. Y de algún modo, lo que era antes mi mundo
sí ha tocado fin, he acabado con muchas cosas que tendrían que haber sido
decapitadas hace mucho tiempo, pero mejor tarde que nunca y ya se sabe que lo
bueno se hace esperar.
A día
de hoy puedo decir que tengo a mi lado a quien de verdad vale la pena y que
puedo confiarles mi vida y no preocuparme por absolutamente nada. A parte de
echar de mi vida a muchos y muchas que se las daban de reales, también ha
entrado en este caos quien ha sabido valorarme, quererme y, sobre todo,
soportarme. Quien está y estaba tiene ganado el cielo, si las tengo a ellas me
basta y me sobra lo demás, son mis hermanas de distinta madre.
Pero
independientemente de todo esto, ha sido un año crítico, educativo, un año de
aprendizaje, de darme contra la misma pared cincuenta veces hasta aprender y, a
veces, ni eso. Aprender a contenerme, a saber canalizar ira y llanto –aunque lo
segundo no lo consiga la mitad de las veces- de darme cuenta de que valgo más
de lo que yo me creía y quien no creía que me conociese tanto, lo hace como si
me hubiera parido y eso, aunque parezca que no, sorprende cuando te sueltan las
verdades de golpe. He aprendido a no engañarme a mí misma y, sobre todo, he
aprendido a dar y recibir cariño, pero del de verdad.
Han
sido 365 días de montaña rusa emocional, hoy estás arriba y mañana abajo y
cuanto más subes, con más fuerza y más bajo caes, c’est la vie. Pero si cabe
destacar algo, ha sido la imprevisibilidad del año entero, en general, cosas,
acontecimientos que pensé que jamás iban a suceder, ¡ZAS!, de repente hacen que
bajes la velocidad y verlo todo sin prisa, hace sentar la cabeza, aprender de
lo que hay, de lo que falta. Este año me
ha hecho ver quién vale, por quién mataría y por quién no doy ni un pavo,
porque detrás de una apariencia rancia o desentendida, está la mejor tía que he
conocido en mucho tiempo, y pocos pueden verla como lo hago yo. He aprendido lo
que es echar de menos y duele más que muchos golpes. He visto temblar un
pabellón al grito de un grande y llorar de emoción cada vez que lo recuerdo.
Sin
más, ha sido un año intenso en cuanto a emociones, pero poco se podía esperar
de un año que acaba en 13 –yo y mis supersticiones- pero pese a ello, no ha
estado nada mal.
Finalmente,
a quien se ha ido, gracias por enseñarme que no es oro todo lo que reluce, a
quién se queda como antes, gracias por seguir aguantándome, quien ha pasado a
formar parte de mí de una manera distinta, gracias por lo que nos queda y a
quien ha entrado, bienvenido. Igual que a este 2014, bienvenido seas y, aunque
sin propósitos pendientes ni a establecer, espero mucho de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario