sábado, 15 de febrero de 2014

Así pasaron 6 años.




                Me hicieron falta seis años de experimentación para llegar a la conclusión final en 5 minutos. Seis años de odisea, de encontrarme sola frente al peligro que significaba tu boca, seis años que pasé convenciéndome de que eras tú y no otro, buscándote en otras pieles, buscando tus ojos allá dónde iba, deseando encontrarte en la calle, esperando a que te subieras en la siguiente parada del autobús.
                Pero hoy, un día después del 14 de febrero, sigo sin compartir un café contigo en San Valentín, porque lo nuestro era un Sin Valentín, una dejadez pero constante sed del otro, un romance efímero media hora antes de que el bus saliera. Fuimos como dos extraños, donde uno quería y otro se dejaba querer, lo normal ¿no? Hasta que quien se dejaba querer, se dio cuenta de cuánto quería y quien quería, ya ni siquiera se dejaba querer, porque habíamos tocado más fondo que el Titanic y, evidentemente, no éramos ni Jack ni Rose, ni lo fuimos nunca. Simplemente naufragamos y no opusimos ninguna resistencia.
                Pienso en ti, si, pero no te busco en otras pieles, ni busco tus ojos, ni frecuento las calles de siempre porque no quiero encontrarte, fíjate, ni siquiera miro a la puerta del bus a ver si te subes en la parada. No sé si será por el miedo a verte con otra que no sea yo, o por la falta de ganas de hacerte feliz, o porque no quiero aproximarme al acantilado de esos ojos marrones otra vez.
                No quiero que me llores, no busco que me busques, ni que quieras subir conmigo al mismo autobús, odia a quien quisiste o a quien te quiso, porque tomé la decisión menos acertada y más sensata en el momento menos oportuno, pero era el momento perfecto. Te diría que no te quise, pero lo hice; que no tuve celos, pero quería matar a toda la que se te acercaba; que nunca te haría daño, pero también lo hice. Sin embargo no me pesa. Dicen ‘No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti’ pero lo nuestro no estaba en subjuntivo, el daño lo hiciste durante 6 años y ahora lo pagas, pero no creas que fue por rencor, simplemente era el momento perfecto.

Desprecio tu persona, tus encantos,
deseo que te vayas al infierno,
espero que tu cama sea un invierno,
que sueñes sólo duelos y quebrantos.

No escondas la sonrisa entre los llantos,
ahora no es momento de ser tierno,
la voz me la he guardado en un cuaderno,
me callo ante tus falsos desencantos.

Espero que el pasado se deshaga,
que aquella canción ya nunca se radie,
lo nuestro es una vela que se apaga.

Y toda la maldad que ahora te irradie
es sólo por amor, por si te halaga.
Te odio como nunca quise a nadie.

‘Te odio como nunca quise a nadie’ – Luis Ramiro.