jueves, 12 de septiembre de 2013

Me llamaron fría sin saber que el hielo también quema.

                No espero que me entendáis, solo tengo que entenderme yo, y pocas veces lo consigo, ¿me vas a decir tú que me comprendes? Intentando salir a diario de esta mente corrompida, sin querer faltar a una, tengo esto quemado, hecho ceniza y no hay quien cargue con los daños colaterales ni que reconstruya este desastre, ni hachís que coloque este desorden. Nadie ha sido capaz de entrar en esta fortaleza, esta coraza que me evita males y bienes, dicen que hay peligro de derrumbe, que el mayor ruido es el silencio que cae como una losa, como la verdad  que aunque digan que no, mienten, duele. Llueve siempre, y cuando sale el sol, me evapora el agua que me mantiene psicológicamente viva.

Veo a quien tengo más cerca como si yo le mantuviera fuera, allá lejos de mi fortaleza y yo mirando desde el torreón más alto sin poder tener nada que ver con el infierno que se aviva cada día. Estoy sacrificando mi piel y de nada sirve; esos ahí sin daros cuenta de lo que pasa, seguid ahí, ninguno vais a conseguir entrar y, como llegar y besar al santo, besar a está que no es ni santa, nunca me entenderéis, esta es mi jodida dictadura de mí misma donde quien gobierna es el diablo y su mano derecha es una loba. 

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