Hoy 30 de enero, miro para mis adentros y me doy cuenta, aunque muy joven aún, de todo lo que llevo dentro y a rastras. Todos estos años pasando día tras día con una anécdota más, o un mal día para olvidar, aunque soy de esas que intenta sacar una sonrisa, aunque sea a la fuerza, hasta en los peores momentos, pero tengo la gran suerte de que no lo hago sola, tengo a los que me quieren, a mis reales, a mi lado, a las buenas y a las malas y tal y como están las cosas es lo único que vale la pena aquí.
Aprovecho hoy precisamente, el
día en que cumplo 17 años para agradecer en un Word de los míos todo a todos
aquellos que han estado siempre, a lo mejor no desde el principio, pero sí
hasta el final o al menos eso pretendo. Gracias a todos los que me han sacado
sonrisas sinceras, que no todos pueden he de decir, los que me han hecho reírme
a carcajadas hasta llorar, también a los que lo han conseguido pero lágrimas de
emoción, a quién ha conseguido sacarme del agujero cuando todas las escaleras
emocionales han fallado, a quienes han hecho que vea todo desde mil
perspectivas distintas, simplemente para que me dé cuenta de que tengo que
mirar un poco más allá de mi propio cristal que, a veces, me impide ver hasta
lo más obvio. A quienes han aparecido
hace relativamente poco y me han aportado lo que ni yo misma me esperaba, a
quienes llevan tanto aquí a mi izquierda, que no han hecho hueco, sino socavón
a primera línea emocional y que, si en algún momento se fueran, no habría
posibilidad de reconstrucción de este desastre.

Como despedida, a todos los que
lo leáis, sabéis quienes estáis implícitos aunque no se os nombre, de sobra, y
quienes no, sabed que tener a tu vera a quien te valora y te quiere así es lo
único que sirve y perdura, te dibujan los laberintos si te pierdes y como
Ariadna a Teseo, se juegan hasta la vida por darte la cuerda y sacarte de ese
agujero, por muchas escaleras que fallen.