Llenita de ayer y apestando a recuerdos. Traigo en mis ojos
la miel que pude sorber de algunos que otros labios. Que más que una mujer
fatal, soy una mujer peor. Sin estragos, vivo la vida como quién dice, loca,
desinhibida puede pero las resacas las sufro. Con falta de amor y olor a
tabaco, dejo caer muy de vez en cuando alguna lágrima rezagada, de esas que van
sin razón, porque sí. Soltera y entera,
aunque los abrazos sinceros se extrañan. Los sentimientos a flor de piel,
aunque una gran parte de ellos se esconda entre hueso y hueso. Considerando los
besos la mejor de las medicinas y totalmente efectivos en cuanto a curas. Los
veo como un elemento necesario.

Como música que te saca del agujero, y mañana por ella te
vuelves como el Titanic, a hundir. Disfruta del viaje, dejalo fluir, no lo
pienses, no es esencial. Dicen que los mejores momentos son los que no esperas
que pasen, y no lo dudo, apareciste cuando menos te esperaba y con la fuerza
del Katrina, volviste como volvieron mis recuerdos, como volvieron las
canciones y tus manos a mi cintura. Como antes, como siempre ha sido. Y tus
ojos estaban ahí por un motivo, de mi boca a mis ojos, mi boca, mis ojos… Y así
volvió, de golpe, con prisa y sin pausa, sin darme tiempo a respirar,
literalmente callaste mis idas y venidas de cabeza con un beso. De esos que
todo lo curan.