sábado, 13 de febrero de 2016

Una vida o dos minutos para decirte esto.


     Ojalá nunca te toque recoger mi caos.
    Perdóname. No he sabido hacer nada de lo que tus miradas me pedían, nada que tus manos no guiasen. No he sabido ver que este caos en mi cabeza eres tú; entraste en mi vida como el viento por una rendija de la puerta, desordenando poemas, libros, ideas y hasta la ropa. Te estoy hablando de la fuerza con la que un vendaval se lo lleva todo y aparece lo que no estaba, o estaba escondido.
    Perdóname por no ver que el amor era esa lucha por dejar todo este caos como tú lo quieras, pero yo no sé luchar ni he sabido nunca. Ojalá aprenda y nunca me tengas que recoger. Ojalá aprenda y nunca me veas naufragar.
Perdóname porque la obsesión por razonarlo todo ha cortado la marea de tu piel. Perdóname por pedir siempre que me esperes, cuando ni yo sé dónde voy, ni cuando voy a ir. Perdóname por ser muy mía, muy de todos y, sobre todo, muy de nadie.
    Si el amor es esto. Si el amor es dormir mal pero contigo, si es verte bailar y no poder mirar nada más, si es escuchar cómo te quejas cuando llueve, oírte respirar estando cerca. Si el amor es no querer amanecer con nadie más, si es atrasar todos los relojes por estar un poquito más mirándote la boca, si es decirte que todo saldrá bien, que el mundo es nuestro mirando por la ventana de tu cuarto. Si el amor es verte hacer cosas sencillas, intentando que el mundo entre en razón, o simplemente que las tortitas salgan redondas, y no saber a quién darle las gracias. Si el amor es esa música en el cemento que sólo tú sabes hacer cuando andas. Si el amor es querer escuchar tu voz a todas las horas, “sentir celos hasta del aire que roza tu garganta”; si es todo esto, entonces no quiero sentir otra cosa. Después de tanto tiempo, por fin he entendido qué es la poesía y que sí, que viene de tus ojos.
    Quizás esto es un acto de cobardía –como siempre- o simplemente es saber que puedo darte todo, hasta lo que no tengo, pero no lo que me pides. Y eso, más que cobardía, es no saber querer.
 
    Ojalá seas feliz y me olvides. Ojalá hables de mí al resto y te quedes sólo con que te quiero.