Ahora
toca lo típico, ¿no? El ‘felicidades’ monótono de todo el mundo, siempre y para
todos igual a lo largo de los años, pero la cosa cambia cuando a quién
felicitas no es monótono –en este caso monótona- sino que cada día aporta una
cosa diferente.
Así como a lo largo de tantos
años ha entrado gente tan diferente en mi vida, considero que la variedad,
tanto de personas como de perspectivas, consigue hacerme mejor como persona, y
eso, precisamente eso, es lo que ha conseguido, en parte, esta pequeña espabilada
que llegó sin avisar y para quedarse mucho, muuuuuucho tiempo.
El tema es que hoy cumple 17
años, y ¿qué os voy a contar? Si no la ves venir, parece un gatito al que hay
que ponerle un cascabel para saber que está contigo siempre. Como la digo siempre,
la mala hostia la tiene toda concentrada, tanto, que si no llega a lo alto de
la estantería o tiene que subir un muro para quedarse contigo, tira la
estantería abajo y dinamita el muro. Y con esa mala hostia y esos ojillos
verdes (28) ha conseguido alegrarme los días de verano y las noches de
invierno.
La verdad es que me queda poco
más que decir, todo lo que tiene que saber, lo sabe de sobra, no hace falta
escribirlo, con que me mire desde ahí abajo, lo sabe. Solo queda el último
matiz, recordarla lo que tanto la he repetido, que la quiero, joder.
El tiempo no espera, pasan los
años y tú con ellos, y yo a partir de ahora, contigo, para hacerlo más bonito.
Como tus 17, felicidades.