martes, 12 de marzo de 2013

Aquel nombre se me iba como espuma de cerveza.

Despierta porque apenas duermo, porque sueño con todo.
Porque darle a mi cabeza mil vaivenes para que con suerte deje de marearme es tan irónico como que siga perdiendo el culo por ti. Parece estúpido que a la que consideran fuerte, se derrumbe cuando solo la zarandean y, joder, qué hago si parece que hasta la Tierra va a cambiar la rotación.
Soy de las que tiran de café en los días de lluvia, solo para quedarme viendo como caen las gotas, igual que tus putas palabras, qué solo me daba cuenta de que estaban lloviendo cuando aparecía mojada, no sé si de indiferencia o de demasiada atención. La cuestión es que esas palabras eran capaces de emborracharme hasta hacerme perder el sentido.
Y ahora me atormenta esta resaca, que n
o me deja ni pensar; ni ebria ni sobria me dejas de incordiar. Yo pensando que iba a ser la Terminator de ese coco, me la he jugado y mira, reconstruyendo mis ruinas para volver a empezar, una vez más, sin gotas ni besos que me dejen sentimentalmente terminal.
Me dije a mi misma que ‘no’ 50 veces, y aquí sigo rezando para que veas mi culo andar por tu pasillo y mientras tanto rechinan los muelles de mi cama gritándome que dónde estás, que dónde acabaron esos pantalones. Que aún pican tus putos besos en la garganta, y mira como me joden, quieren pirarse porque tu boca ya no está porque cada vez que te veo sonreír, vuelvo a perder.