domingo, 25 de noviembre de 2012

Tienes lo que me calma, lo que me vuelve loca.

Tenlo claro, voy a ser yo esa a la que veas pasear por el centro de Madrid con una falda que te seque la boca, y un perfume que te deje sin respiración. A la que veas cada noche entrar en el portal con un hombre distinto amarrado a mis caderas y lo escucharás todas las noches. Escucharás el eco de lo que un día pudiste tener, lo que pudiste conseguir solo con dar un paso más, con arriesgar lo poco que podías perder, y mírate ahora, yo que dependía de tus llaves, ahora eres tú quién pretende beber de mí.
Yo con los medio filtros en el bolsillo, medio vacíos como el cubata que dejaste a mi vera antes de pirarte y quién te lo iba a decir, cómo y de qué manera cambian las tornas, eh?  Ahora eres el que busca detrás de la barra la botella medio llena de besos y medio vacía de los polvos que faltaron por echar, probaste la miel en la boca del lobo sin darte cuenta, y te supo tan bien que no supiste gestionarlo, tal y como decías 'las promesas y las dudas en el mismo trago' y sin quererlo pero sí beberlo, te tragaste hasta la última gota de aquello que te daba las sonrisas, y el sabor dulce entre tabaco y canela se acabó.
Fumando empezó todo, y con el último calo acabará, nos fumábamos las penas juntos, entre beso y beso, mientras otra te daba lo que yo no era capaz, y ahora, al contrario, soy yo la que recibe noche sí, y noche también todo lo que tu cobardía dejó pasar y eres tú quien da de comer al del estanco. 
Eras quien yo quería que quitara el color de mis labios cada noche, o cada día, qué mas da si siempre es buena hora. Ahora me tachas de fría, pero, ¿en qué te basas? Si cada vez que te me acercas soy capaz de derretir el sol, pero me tienes como tu luna, aullándome cada noche como un lobo; el lobo que me dejó probar de su miel.